Esto lo vi por la mañana, yo llegué de noche, cansado y lloviendo a mares. Y claro, la primera impresión al ver la habitación que tenía no fue muy buena. Tengo que decir que en ese momento me dije a mi mismo "que locura he hecho". Pero cuando por la mañana vi y asimilé esto supe que no era un error.
Como siempre me moví algo tímido en el lugar y con las demás personas, inquieto por la espera, sin saber que hacer. Estaba en un lugar donde no conocía a nadie y muy lejos de casa. Pero las siguientes horas todo cambió, el primer paseo a Arenas de San Pedro fue espectacular.
A partir de ahí, me relajé y me permití disfrutar del entorno. Se me acabaron las dudas y ya no añoré nada. Y aunque tuve que hacer terapias de grupos que hacían los dueños del complejo para conocer y conocerse (algunas cosas para mi muy extrañas, como dibujar e interpretar un árbol) y la nochevieja no hubo mucha fiesta sino una hoguera para quemar lo que quieres dejar atrás mereció la pena.
Las suaves caminatas por estos parajes te hacía olvidarte del mundo exterior.
Esos días vi que otro mundo existía, que la naturaleza y la montaña era algo que me gustaba y mucho. Esta nochevieja tan extraña fue todo un acierto, vi algo que me gustaba y que iba a ser el germen de lo que ahora es mi tiempo libre.
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