jueves, 12 de enero de 2012

CAMINO DE SANTIAGO (4)


Durante todo el camino hay gran cantidad de cruces, en algunas la gente deja una piedra sobre ellas, en otras como lo anterior deja algo que lleve consigo, en ese punto me parece que murió algún peregrino, aunque no estoy seguro.
Sinceramente, entré mas a la iglesia en esos dias que en toda mi vida. Digamos que el sello con mas valor es el de la iglesia, y era lo primero que buscabamos al llegar a cualquier pueblecito. En cada iglesia donde se sella es costumbre hacer un donativo de 1 euro, cosa que yo pagué sin remordimientos, puesto este donativo supongo que sirve para la conservación de estas iglesias que en muchos casos tienen una gran belleza.
 Todo el camino esta muy bien señalizado con flechas amarillas, en casas, en hitos o en el suelo. Yo solamente me perdí una vez, que andaba distraido hablando con una amiga. Tampoco se debe seguir a alguien que se cree que conoce el camino, porque esa vez nos seguian 50 chavales de un instituto, y tuvimos que andar 5 kms de mas todos.
 Las distancias en el sur entre población y poblacion pueden ser de unos 10 o 15 kms, por lo menos poblaciones que tengan algun bar o restaurante, en el camino, cada dos o tres km te encontrabas algun pueblo con bares y restaurantes, pensados en el peregrino. Y ya al gusto del consumidor, un bocadillo, un zumo, o una cervecita, que sienta de maravilla después de hacer ejercicio.
 Muy importante es el equipo que llevas. En esta foto todos llevamos chubasquero (menos Liliana que lleva paraguas), y el que peor parado sale soy yo, durante tres días estuvo callendo una lluvia fina que te permitia seguir, pero que terminabas empapado, y yo soy el peor parado, todo por llevar un impermeable de un euro comprado en un supermercado, que solo molestaba, al final tuve que tirarlo porque en realidad parecia una bolsa de basura que no me mantenía seco y me asaba de calor. También vi un chica con unas botas quechua, muy bonitas y buenas, si señor, pero que las estrenó allí, al tercer día de camino parecía que tenía seis dedos en los pies en vez de cinco, y al llegar a Santiago se las quitó y las tiró a la primera papelera que vio.
El camino son mil paisajes, mil penurias, mil experiencias, mil amigos. Todo el mundo sale tremendamente satisfecho del camino, todo el mundo aprende y todo el mundo cambia de alguna forma. Es normal, es mucho tiempo para pensar en ti, es mucho tiempo para conocer a otras personas, sus vidas, su situación personal, y es mucho tiempo para impregnarte de la naturaleza. Son unos días sufriendo y descubriendo con personas que lo mas seguro que no volverás a ver y a los que siempre recordarás.

Esto es lo que íbamos persiguiendo durante esa semana, pero me llevé mucho mas que eso, me llevé mi primera experiencia como senderista y una afición que 8 meses después me empuja cada fin de semana a coger el coche e ir a cualquier sierra o rio que merezca la pena ver.






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